En pleno corazón de Altea, entre calles empedradas, la icónica cúpulas azul y el murmullo del Mediterráneo, existe un lugar que no nació como negocio, sino como sueño compartido. Un proyecto que empezó con un gesto tan sencillo como servir un buen café, y que hoy se ha convertido en uno de los hoteles boutique con más alma de la Costa Blanca.
Ábaco no es solo un hotel. Es un hogar construido a base de historias, viajes, encuentros y cariño. Y como todo lo que nace del amor, crece con raíces profundas.
De un café con alma… a un hotel con historia
Todo comenzó con el Café Ábaco, un pequeño local abierto por los padres de Thomas, donde cada cliente era recibido con cercanía y autenticidad. Era un espacio sencillo pero lleno de vida, donde las conversaciones fluían y la gente volvía porque se sentía bien. Allí se sembraron las primeras semillas de lo que, con los años, se convertiría en el Hotel Ábaco tal y como lo conocemos hoy.
Thomas creció rodeado de hospitalidad real, de la que se basa en la escucha y el detalle. Y cuando la vida unió su camino al de Adelina, esa vocación se convirtió en proyecto de vida.
Un refugio que crece con ellos
Juntos, Thomas y Adelina dieron forma al hotel boutique que soñaban: un lugar íntimo, lleno de personalidad, donde cada huésped pudiera sentirse no como un número, sino como alguien que forma parte de una historia. Al principio eran solo seis habitaciones. Seis espacios únicos que cuidaban el confort, el diseño y la atmósfera como si fueran estancias de su propia casa.
Pero el proyecto creció. Y no lo hizo de forma impersonal ni desmesurada. Lo hizo con coherencia, cariño y respeto por la esencia. Hoy, Hotel Ábaco cuenta con 17 habitaciones, y varias casas independientes en los alrededores, ideales para disfrutar de la intimidad con el mismo espíritu acogedor.
Cada ampliación ha sido una declaración de principios: más que sumar metros, se ha tratado de sumar confort.
Destinos compartidos, emociones vividas
Una de las señas de identidad del Hotel Ábaco son sus habitaciones temáticas. Pero lo que pocos saben es que cada nombre corresponde a un destino que Thomas y Adelina han recorrido juntos. Son lugares que han significado algo para ellos, viajes que les han marcado, momentos que se han convertido en parte de su historia como pareja.
Por eso no sorprende que cada habitación tenga una energía distinta. Porque no están inspiradas desde fuera, sino desde dentro. Son recuerdos convertidos en espacio, emociones hechas estancia. Desde la elegancia de "Provence" al exotismo de "Kasbah", pasando por el sabor intenso de "Vieja Habana", cada rincón cuenta algo verdadero.
Un hotel que es refugio, un hogar lejos de casa
Lo que diferencia a Ábaco no son solo sus instalaciones ni su diseño cuidado al detalle. Es esa sensación difícil de explicar que empieza en el recibimiento y te acompaña hasta el último café del desayuno. Es el silencio bien entendido, la conversación que llega en el momento justo, la flor colocada con intención. Es la presencia de sus dueños en cada gesto, en cada decisión, en cada rincón.
Ábaco es uno de esos lugares donde el tiempo parece detenerse, no porque no pase, sino porque te permite vivirlo con más calma. Es un refugio para aquellos que buscan algo más que un hotel. Para quienes valoran la autenticidad, la belleza discreta, el calor sin ruido.
Una experiencia que se queda contigo
Cuando uno cruza las puertas de Ábaco, entra en una historia que sigue escribiéndose. Y como toda historia bien contada, deja huella. Porque hay estancias que terminan en un check-out… y otras que se quedan grabadas en la memoria.
Y eso es Hotel Ábaco: un proyecto de vida convertido en refugio mediterráneo. Una casa para quienes saben que viajar también es encontrar, y que los destinos más especiales, a veces, no están en el mapa… sino en las personas que los hacen posibles.
Nos encanta poder compartir nuestra preciosa historia, descúbrela
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